
El otoño afecta a tu estado de ánimo: aprende a superarlo
Los cambios de estación tienen un efecto directo sobre nuestro cuerpo y nuestro estado anímico. Es un hecho, ahora te enseñaré a superarlo.
La disminución de la luz influye directamente en la segregación de melatonina y serotonina. Estas dos hormonas resultan clave tanto en el sueño, como en la energía, la alimentación o el estado de ánimo. Mientras que la primera aumenta, la segunda disminuye en otoño, por lo que aparecen bajos estados de energía y una mayor tendencia a la depresión.
Psicológicamente se ha llegado a categorizar el trastorno afectivo estacional, un síndrome que afecta al estado de ánimo, similar a la depresión, y que oscila con los cambios de estación. Aparece al llegar el otoño y el invierno y desaparece con la llegada de la primavera.
Los síntomas del trastorno afectivo estacional son:
- Sentimientos de desesperanza y pesimismo.
- Irritabilidad.
- Fatiga y poca energía.
- Alteraciones en el sueño.
- Aumento en la ingesta de carbohidratos.
- Tristeza.
- Falta de interés en actividades sociales y de ocio.
- Pensamientos sobre la muerte.
Supera el otoño
Con la llegada de la estación que es preludio del invierno y de sus días lluviosos, más fríos y con menos horas de sol, se puede experimentar una bajada de ánimo general que se conoce como depresión otoñal o trastorno afectivo estacional (TAE). Engloba una serie de trastornos psicosomáticos que “tienden a remitir conforme se acerca el buen tiempo”
Al entrar en el otoño, las horas de luz se han reducido. Esto crea un estado de baja activación en nuestro cuerpo, seguido de tristeza y melancolía. Aunque es un hecho que afecta a todo el mundo, algunas personas lo superan a los pocos días mientras que otros lo sufren hasta la llegada de la primavera.
¿Qué podemos hacer para aliviar los efectos del otoño en nuestro cuerpo?
Adapta el descanso
Con el aumento de la melatonina, el cuerpo tiene menos energía. Es importante adaptar nuestras horas de sueño y descanso a este hecho. Además, la rutina del trabajo tras las vacaciones de verano nos exige también tener más tiempo para recuperar la energía. Este descanso debe hacerse también a lo largo de la jornada laboral.
No olvides el deporte
Realizar ejercicio de forma intensa y regular tiene un efecto directo sobre la serotonina y las endorfinas. Te ayudará a subir tu estado de ánimo y también reducirá la sensación de fatiga. Pero si el gimnasio te agobia, procura realizar otro tipo de actividades, como la natación, correr al aire libre o bailar.
Vigila tu alimentación
La comida está directamente relacionada con nuestro estado físico. Alimentos ricos en vitamina B, frutas y verduras de temporada y una fuente de proteínas te ayudarán a aliviar los efectos del otoño.
Disfruta del otoño
Con la llegada del frío, los planes de ocio cambian. Es una época en la que podemos aprovechar para hacer excursiones, visitar museos o redescubrir la ciudad. El mantenerte en contacto con los amigos y salir de casa, te ayudará a elevar el estado de ánimo.
El cambio de estación conlleva una alteración en los procesos hormonales que afectan al sueño, la energía y el estado de ánimo. Esto puede llegar a ocasionar tendencia a la depresión o un trastorno afectivo estacional si no lo gestionamos correctamente. Por eso, es importante reestructurar nuestras rutinas con la llegada del otoño para paliar sus efectos.
Vigila tu salud
Un buen estado de salud implica calma, bienestar personal y felicidad. Es preciso adoptar hábitos de vida saludables que ayuden a sentirse mejor, como incorporar a la rutina diaria un poco de ejercicio físico, que activará la producción de serotonina y mejorará el estado de ánimo, así como buenos hábitos alimenticios y fomentar las relaciones personales con los amigos y la familia.
Pero si no funciona no es preciso sufrir innecesariamente. En el momento en que aparezcan estos síntomas o veamos que los padece alguien allegado, es importante acudir a un buen especialista que puede prescribir el mejor tratamiento en cada caso, como el uso de antidepresivos para aumentar los niveles de serotonina, la fototerapia y la psicoterapia, entre otros
Learn More
¿Cómo superar el estrés laboral?
La sociedad ha asumido el estrés laboral y lo ha normalizado. Pero no hay que olvidar que el estrés es la segunda causa de baja laboral en Europa, afectando a 40 millones de trabajadores. Con un coste por país de 20.000 millones de euros al año en gastos sanitarios, sin contar la pérdida de productividad.
Se estima que entorno al 30% de los trabajadores padece o ha padecido algún tipo de estrés laboral.
Hay que hacer notar además el factor doble presencia, por el que las mujeres, aparte de realizar su trabajo fuera de casa, suelen realizar y se responsabilizan de la mayor parte del trabajo familiar y doméstico. Esto puede conllevar que las mujeres sean más propensas a sufrir estrés laboral que los hombres.
El estrés laboral es un fenómeno, cada vez más frecuente, que está aumentando en nuestra sociedad, fundamentalmente porque los tipos de trabajo han ido cambiando en las últimas décadas. Afecta al bienestar físico y psicológico del trabajador y puede deteriorar el clima organizacional.
El estrés se define como una reacción fisiológica del organismo ante una situación que la persona percibe como amenazadora; es una respuesta automática y necesaria para la supervivencia. Cuando esta respuesta natural aparece en exceso, se produce una sobrecarga de tensión que repercute en todo el organismo, y provoca la aparición de enfermedades y alteraciones de la salud que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano.
Casi todo el mundo siente estrés laboral en ocasiones, incluso a pesar de que le guste su trabajo. Usted puede sentirse estresado por los horarios, sus compañeros de trabajo, fechas de entrega o posibles despidos. Un poco de estrés es motivador y puede ayudarle a conseguir resultados. Pero cuando su estrés laboral es constante, puede llevar a problemas de salud. Encontrar formas de aliviar su estrés puede ayudarle a mantenerse saludable y sentirse mejor.
Causas de estrés laboral
Si bien las causas del estrés laboral son distintas para cada persona, existen algunas fuentes comunes de estrés en el lugar de trabajo. Estas incluyen:
Carga de trabajo. Esto puede incluir trabajar muchas horas, tener poco descansos o manejar una carga de trabajo muy pesada.
Funciones en el trabajo. Puede sentir estrés si no tiene un papel definido en el trabajo, si tiene demasiadas funciones o si tiene que responder a más de una persona.
Condiciones laborales. Un trabajo que es físicamente extenuante o peligroso puede ser estresante. También lo puede ser trabajar en un empleo que lo expone a ruidos fuertes, contaminación o químicos tóxicos.
Gerencia. Usted puede sentir estrés si la gerencia no permite que los trabajadores participen en la toma de decisiones, si carece de organización o si tiene políticas que no ayudan a conciliar la vida laboral con la familiar.
Problemas con otras personas. Los problemas con su jefe o sus compañeros de trabajo son fuentes comunes de estrés.
Miedo por su future. Usted puede sentir estrés si está preocupado por despidos o si no está avanzando en su carrera.
¿Cómo afecta el estrés laboral en tu salud?
Al igual que cualquier otro tipo de estrés, el estrés laboral que se prolonga por un largo tiempo puede afectar su salud. El estrés laboral puede incrementar su riesgo de presentar problemas de salud como:
- Padecimientos cardíacos
- Dolor de espalda
- Depresión y agotamiento
- Lesiones en el trabajo
- Problemas del sistema inmunitario
- El estrés laboral también puede provocar problemas en casa y en otras áreas de su vida, lo que empeora el estrés.
Señales a las que estar atento ante un estrés laboral
El estrés laboral puede ser un problema para ti si tiene cualquiera de las siguientes señales:
- Dolores de cabeza frecuentes
- Malestar estomacal
- Problemas para dormir
- Problemas en sus relaciones personales
- Sentimiento de descontento en el trabajo
- Sentimientos frecuentes de ira, o un carácter explosivo
- Qué puede hacer
- Usted no necesita permitir que el estrés laboral tenga un efecto en su salud. Existen muchas maneras en las que puede aprender a manejar el estrés laboral.
Tómese un descanso. Si se está sintiendo estresado o enojado en el trabajo, tómese un descanso. Incluso un descanso breve puede ayudar a refrescar su mente. Dé una caminata breve o coma un refrigerio saludable. Si no puede abandonar su zona de trabajo, cierre los ojos por unos momentos y respire profundamente.
Cree una descripción de su puesto. Crear una descripción de su puesto o revisar una descripción desactualizada puede ayudarle a obtener una mejor comprensión de lo que se espera de usted y darle una mayor sensación de control.
Establezca metas razonables. NO acepte más trabajo del que puede hacer razonablemente. Trabaje con su jefe y compañeros de trabajo para establecer expectativas que sean realistas. Estar al tanto de lo que puede conseguir todos los días puede ser útil. Comparta esta información son su gerente para ayudar a establecer las expectativas.
Administre su uso de tecnología. Los teléfonos celulares y el correo electrónico pueden hacer que sea difícil desconectarse del trabajo. Póngase ciertos límites, como apagar sus dispositivos durante la cena o luego de cierta hora de la noche.
Ponga un límite. Si sus condiciones laborales son peligrosas o incómodas, trabaje con su jefe, la gerencia u organizaciones de trabajadores para resolver el problema. Si esto no funciona, usted puede reportar las condiciones laborales inseguras a la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (Occupational Safety and Health Administration, OSHA).
Organícese. Comience todos los días por crear una lista de pendientes. Califique estas tareas en orden de importancia y resuélvalas de arriba hacia abajo.
Haga cosas que disfrute. Reserve un espacio en su semana para hacer cosas que disfruta, ya sea hacer ejercicio, practicar un pasatiempo o ver una película.
Aproveche su tiempo libre. Vaya de vacaciones o tómese tiempo regularmente. Incluso alejarse durante un fin de semana largo puede ayudar a darle un poco de perspectiva.
Hable con un asesor. Muchas compañías ofrecen programas de asistencia al empleado (EAP, por sus siglas en inglés) para ayudar con los problemas del trabajo. A través de un EAP usted puede reunirse con un asesor que puede ayudarle a encontrar maneras de manejar su estrés. Si su compañía no cuenta con un EAP, usted puede buscar un asesor por su lado. Su plan de seguro podría cubrir el costo de estas visitas.
Aprenda otras maneras de manejar el estrés. Existen muchas otras formas de manejar el estrés, incluso hacer ejercicio regularmente y utilizar técnicas de relajación.
Organízate para prevenir el estrés laboral
Una mala relación con la gestión del tiempo es una de las causas más comunes de estrés laboral, pues puede acabar convirtiendo cada situación en poco más que sinónimo de prisa, fatiga o agitación. Para evitarlo, puedes probar con la teoría del Cubo de Covey: “Tomemos un cubo e introduzcamos en primer lugar piedras grandes y, en segundo lugar, rellenamos los huecos que quedan con piedras pequeñas”.
Esto quiere decir que las piedras grandes representan las cosas importantes de la vida laboral, y que las pequeñas serían aquellas tareas del día a día, actividades cotidianas de menor magnitud.
De igual modo, sería deseable planificar la agenda para evitar la aparición de acontecimientos estresantes; dando prioridad a los asuntos que se consideren más importantes, y cubrir los huecos con actividades y recados que suponen más una obligación, que el hecho de conseguir una meta en sí misma. Prueba a:
- Decir sí a tus prioridades antes que a las de los demás.
- Programar periodos de descanso entre tus actividades.
- No comas en tu mesa de trabajo ni te saltes las comidas.
- Dale importancia al tiempo que vas a dedicar a tu familia, no solo les des el que te sobra. Además, ten en cuenta sus agendas a la hora de planificar la tuya.
- Programar actividades variadas.
El Instituto Nacional de Seguridad y Salud Laboral de Estados Unidos establece las siguientes medidas preventivas en los lugares de trabajo:
- Horario de trabajo: procurar que los horarios de trabajo eviten conflictos con las exigencias y responsabilidades externas al trabajo. Los horarios de los turnos rotatorios deben ser estables y predecibles.
- Participación/control: dejar que los trabajadores aporten ideas a las decisiones y acciones que afecten a su trabajo.
- Carga de trabajo: comprobar que las exigencias de trabajo sean compatibles con las capacidades y recursos del trabajador y permitir su recuperación después de tareas físicas o mentales particularmente exigentes.
- Contenido: diseñar las tareas de forma que confieran sentido, estímulo, sensación de plenitud y la oportunidad de hacer uso de las capacitaciones.
- Roles y responsabilidades: definir claramente los roles y responsabilidades en el trabajo.
- Entorno social: crear oportunidades para la interacción social, incluidos el apoyo moral y la ayuda directamente relacionados con el trabajo.
- Futuro: evitar la ambigüedad en temas de estabilidad laboral y fomentar el desarrollo de la carrera profesional.
El trabajo debe ir de acuerdo con las habilidades y los recursos de los trabajadores.
Permitir que el trabajador use sus habilidades para solucionar problemas.
Se deben establecer correctamente las funciones, tareas y responsabilidades de cada uno de los trabajadores para evitar la ambigüedad.
Involucrar a los trabajadores para que participen en la toma de decisiones, ya que mejora la comunicación en la organización.
Apoyar la interacción social entre los trabajadores fuera del trabajo: celebraciones, juegos, etc.
¿Qué consecuencias tiene el estrés laboral?
- Físicas
Las alteraciones físicas que pueden ser consecuencia de la respuesta inadaptada del organismo ante los agentes estresantes laborales pueden ser: trastornos gastrointestinales, trastornos cardiovasculares, trastornos respiratorios, trastornos endocrinos, trastornos dermatológicos, trastornos musculares y alteraciones en el sistema inmune.
Entre los efectos psicológicos negativos producidos por el estrés laboral se encuentran: la preocupación excesiva, la incapacidad para tomar decisiones, la sensación de confusión. La incapacidad para concentrarse, la dificultad para mantener la atención, los sentimientos de falta de control, la sensación de desorientación, los frecuentes olvidos, los bloqueos mentales, la hipersensibilidad a las críticas, el mal humor, la mayor susceptibilidad a sufrir accidentes y el consumo de tóxicos.
El mantenimiento de estos efectos puede provocar el desarrollo de trastornos psicológicos asociados al estrés. Entre los más frecuentes están: trastornos del sueño, trastornos de ansiedad, fobias, drogodependencias, trastornos sexuales, depresión y otros trastornos afectivos, trastornos de la alimentación, trastornos de la personalidad y trastornos esquizofrénicos.
Entre los signos o manifestaciones externas a nivel motor y de conducta estarían: hablar rápido, temblores, tartamudeo, imprecisión al hablar, precipitación a la hora de actuar, explosiones emocionales, voz entrecortada, comer excesivamente, falta de apetito, conductas impulsivas, risa nerviosa y bostezos frecuentes.
Todas estas consecuencias deterioran la calidad de las relaciones interpersonales, tanto familiares como laborales. Pudiendo provocar la ruptura de dichas relaciones.
Los efectos negativos del estrés laboral no sólo pueden perjudicar al individuo, sino que también pueden producir un deterioro en el ámbito laboral. Influyendo negativamente tanto en las relaciones interpersonales como en el rendimiento y la productividad. Pueden inducir a la enfermedad, al absentismo laboral, al aumento de los accidentes o incluso a la incapacidad laboral.
El estrés induce a una pérdida de producción y puede crear un mal ambiente de trabajo.
Los costes ocultos, como son la ruptura de las relaciones humanas, los juicios erróneos de la vida profesional y privada. El descenso de la productividad, el aumento de los cambios de puestos, la disminución de la creatividad, el bajo rendimiento, la agresividad en el trabajo y el empeoramiento de la calidad de vida y del bienestar.
Hay que tener en cuenta que el riesgo de estrés laboral en las organizaciones lo indican la disminución de la producción (calidad, cantidad o ambas). La falta de cooperación entre compañeros, el aumento de peticiones de cambio de puesto de trabajo, la necesidad de una mayor supervisión del personal, el aumento de quejas en los clientes, el empeoramiento de las relaciones humanas, la falta de orden y limpieza, el aumento del absentismo, de incidentes y accidentes, de quejas al servicio médico y del consumo de tabaco, alcohol y medicamentos
Learn More
¿Cómo superar la depresión posvacacional en plena pandemia?
Uno de cada tres trabajadores está sufriendo o sufrirá el síndrome posvacacional al reincorporarse al trabajo tras el verano, en el que se señala que del 66% restante, una parte importante padece o padecerá un cuadro de fatiga o estrés directamente vinculado a su incorrecta adaptación al orden y la rutina tras las vacaciones. Los síntomas de este síndrome son diversos y dependen de cada persona, aunque los más habituales son la apatía, el cansancio, la falta de energía, la dificultad para concentrarse, trastornos del sueño, nerviosismo, estrés o incluso tristeza.
El estudio ha indicado que existen casos extremos en los que el trabajador puede experimentar ataques de ansiedad, dolor de cabeza o malestar general, aunque afectan a una minoría. Los casos más leves reflejan dificultades durante dos o tres días, aunque es habitual que los síntomas se alarguen hasta dos semanas, que es la duración media de adaptación del organismo, aunque los casos más extremos podrían durar meses.
Este año, volver a la rutina se hará mucho más raro que de costumbre ante la incertidumbre y el miedo al coronavirus. Una experta psicóloga aporta las claves para salir indemnes
Estar ‘en el aquí’ y ‘en el ahora’ nunca fue tan difícil. Otros años, septiembre era sinómino de vuelta a la rutina y al trabajo. Pero ahora, y tras un final de verano de infarto en el que las cifras de contagiados no han parado de crecer en distintas provincias españolas, son muchos los que viven con suma inquietud estos días ante la perspectiva de volver a teletrabajar o bien arriesgarse a engrosar la lista de infectados al tener que acudir a su centro de trabajo. Para aquellos que tengan niños, la preocupación se hace más severa y latente al no saber todavía qué ocurrirá o cómo será esta ‘vuelta al cole’, sumado al problema de la conciliación familiar en caso de que el niño tenga que confinarse y quedarse en casa.
Como ya aseguraban los expertos en salud mental hace unos meses, a la crisis sanitaria originada por el coronavirus le sucederá una avalancha de trastornos mentales. Aunque todavía es pronto para analizar los efectos psicológicos que ha producido en el estado anímico de la población un contexto pandémico en pleno siglo XXI, estamos entrando en uno de los momentos más difíciles del año, aquel en el que toca volver a retomar todo después de haber desconectado en las vacaciones.
La emergencia global por la pandemia se cobrará otro precio: el estado psíquico y emocional de la población. Los expertos destacan el esperado aumento de patologías psiquiátricas
Con la llegada de este mes a nuestro calendario, son muchas las personas que todos los años muestran síntomas de lo que se conoce como depresión posvacacional. Aunque por norma general suele remitir a los pocos días de volver a la rutina, este año el síndrome se ve agravado por esta situación tan difícil que nos ha tocado vivir, así como por otros trastornos psicológicos paralelos que hemos podido desarrollar según iba avanzando la pandemia.
“Hay más preocupación que otros años”, reconoce Elisa Sánchez, psicóloga del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COP) “Además, este verano ha sido muy especial y anómalo, ya que a pesar de haber contado con tiempo para descansar y relajarse, muchas personas no han podido hacerlo realmente, al no realizar los viajes a los que estaban acostumbradas en otros años o tener muy presente todo lo sucedido con la pandemia desde marzo”:
Hay personas que anticipan demasiado, y eso les lleva a sentir preocupación por problemas que todavía no están ahí
Este es precisamente uno de los rasgos que pueden agravar esa vuelta a la rutina. “Muchas personas han tenido que enfrentarse bien a la vida después del confinamiento o bien a procesos de duelo al verse afectados directamente por la pandemia”, recalca la psicóloga. “También existe la preocupación de perder el trabajo o no poder subsistir económicamente, sumado al miedo de que haya un segundo encierro o un gran rebrote”. Por todo ello, este año, los síntomas de depresión posvacacional se agravan al contar con un contexto de tanta incertidumbre y preocupación por el futuro más inmediato.
Dos vertientes
Para Sánchez, hay dos vertientes en las cuales se manifiesta el síndrome de depresión posvacacional. Una de ellas es la que tiene rasgos depresivos, y por tanto, “tristeza o nostalgia de ese tiempo en el que no había nada que hacer ni estabas sumido en la rutina”, La otra se refiere a un perfil mucho más ansioso. “Hay personas que tienden a anticipar todo muchísimo, y eso les lleva a sentir preocupación por problemas que todavía no están ahí, pero que creen que deben resolver ya. Entonces, experimentan sentimientos de ansiedad”, explica. “Los otros, los que sienten tristeza o nostalgia, se sentirán más apáticos, les costará adaptarse a su nuevo ritmo”.
No se puede exigir el rendimiento de antes. Los jefes deberían valorar el esfuerzo de sus empleados antes de irse de vacaciones
Este año, la vuelta al trabajo será distinta para muchos, ya que seguirán en casa. Esto, en cierto modo, será beneficioso para aquellos que sienten mucha preocupación por infectarse. “En los últimos meses hemos visto cómo afloraba el síndrome de la cabaña por el cual algunas personas percibían mucha amenaza en el exterior”, asevera Sánchez. “A ellos, el teletrabajo les aliviará, mientras que otros no podrán evitar sentir cierto recelo ante el hecho de volver a estar en casa todo el día después de haber viajado durante las vacaciones”.
Uno de los aspectos clave para aliviar los síntomas de depresión posvacacional es no forzar demasiado la máquina al principio. “Tiene que ser un proceso de adaptación progresivo”, asegura la psicóloga. “En este sentido, no se puede exigir el rendimiento de antes y los jefes deberían valorar mucho el esfuerzo realizado por sus empleados antes de irse de vacaciones y con el telón de fondo de una pandemia, permitiéndoles una vuelta a la rutina suave y progresiva”.
Consejos útiles
Para garantizar que esta vuelta al trabajo no sea tan drástica y cueste mucho menos regresar a la rutina, Sánchez recomienda dejar unos días libres de descanso antes de volver al ritmo de antes. “Hay que llevar a cabo aproximaciones sucesivas, no empezar de golpe”, aconseja. “Tampoco hay que ponerse expectativas muy altas y, en general, retomar los hábitos saludables que seguíamos antes de que llegaran las vacaciones”.
¿El teletrabajo funciona bien o es que la gente se está matando a trabajar?
Detrás de los mensajes optimistas que señalan que nos hemos adaptado a la nueva situación con rapidez, hay horas extra no remuneradas, ansiedad y problemas de gestión
Con tal de hacer esto factible, se deberá poner el foco en volver a una alimentación sana después de los excesos del verano, no acostarse demasiado tarde o proseguir con la actividad física, ya que en época estival “es muy frecuente pasar mucho tiempo en el exterior, ya sea nadando en la playa o piscina, o bien haciendo senderismo o caminando en bici”. Al final, consiste en seguir haciendo aquello que nos mantenía activos durante las vacaciones y compaginarlo con nuestra nueva rutina.
Aquellos que entren dentro de la vertiente más triste o depresiva, “deberán esforzarse en no quedarse con lo negativo y hacer un esfuerzo para ver el lado positivo”. Sin ir más lejos, es posible que muchos de aquellos que solían experimentar síntomas de la depresión posvacacional este año se sientan aliviados al repensar su situación y compararla con la de tantas otras personas que ya no trabajan a causa de la pandemia.
¿Y los que vuelven a trabajar en buscar trabajo?
A la hora de hablar sobre los males psicológicos que experimentan aquellos que regresan al trabajo, es también imprescindible acordarse de aquellos que no vuelven porque en su día les echaron o porque no les quieren contratar en otro desempeño. Esta situación es mucho más difícil si cabe, porque a pesar de no experimentar un cambio brusco en su rutina, apreciarán como los demás volverán a ellas, mientras que ellos no. No son pocas las personas que han perdido su empleo tras la crisis o los autónomos que han tenido que echar el cierre a sus negocios.
Para todos ellos, Sánchez recomienda que “no se dejen llevar por el pesimismo, que se mantengan alerta y a la espera de ver qué sectores están creciendo y vean la oportunidad”. Muchos, en este caso, se sentirán impelidos a “cambiar de sector profesional”. También “pueden ver una opción, ahora que el teletrabajo está muy extendido, en trabajar para empresas de otros países”. Se trata de “ver qué necesitas para alcanzar ese puesto que quieres, formándote con cursos”. Y, por último, y esto se aplica a todo el mundo, ya experimenten depresión posvacacional o se encuentren en búsqueda activa de empleo, “llevar a cabo el autocuidado de uno mismo a través de la vida sana y el apoyo social en los otros”.
Learn More
¿Qué deberías saber sobre la ansiedad?
La ansiedad es una emoción normal y a menudo saludable. Sin embargo, cuando una persona siente regularmente niveles desproporcionados de ansiedad, puede convertirse en un trastorno psicológico.
Los trastornos de angustia forman una categoría de diagnósticos de salud mental que conducen a un nerviosismo excesivo, miedo, aprehensión y preocupación
Estos trastornos alteran la forma en que una persona procesa las emociones y se comporta, causando también síntomas físicos. La ansiedad leve puede ser vaga e inquietante, mientras que la ansiedad grave puede afectar seriamente la vida cotidiana.
Nueve de cada diez personas en España han sentido estrés en el último año y cuatro de cada diez lo ha hecho de manera frecuente o continuada, porcentaje que equivale a casi 12 millones y medio de españoles.
Así lo advierte el último estudio Cinfasalud sobre “Percepción y hábitos de la población española en torno al estrés”, elaborado por laboratorios Cinfa y avalado por la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), con el fin de conocer la incidencia de este problema entre mujeres y hombres españoles de todas las comunidades autónomas, atendiendo a su edad, ocupación y situación familiar
Sin embargo, sólo el 36,9 por ciento de las personas con un trastorno de ansiedad reciben tratamiento.
¿Qué es la ansiedad?
Las reacciones desproporcionadas de tensión y preocupación caracterizan la ansiedad. El Colegio Oficial de Psicólogos (COP) define la ansiedad como “una emoción caracterizada por sentimientos de tensión, pensamientos de preocupación y cambios físicos como el aumento de la presión arterial”.
Conocer la diferencia entre los sentimientos normales de ansiedad y un trastorno de ansiedad que requiere atención médica puede ayudar a una persona a identificar y tratar la afección.
En este artículo, analizamos las diferencias entre la ansiedad y el trastorno de ansiedad, los diferentes tipos de ansiedad y las opciones de tratamiento disponibles.
Ansiedad
Cuando una persona se enfrenta a desencadenantes potencialmente dañinos o preocupantes, los sentimientos de ansiedad no sólo son normales sino necesarios para la supervivencia.
Desde los primeros días de la humanidad, la aproximación de los depredadores y el peligro que se avecina activa las alarmas en el cuerpo y permite la acción evasiva. Estas alarmas se hacen perceptibles en forma de aumento de los latidos del corazón, sudoración y aumento de la sensibilidad a los alrededores.
El peligro provoca una descarga de adrenalina, una hormona y mensajero químico en el cerebro, que a su vez desencadena estas reacciones ansiosas en un proceso llamado la respuesta de “lucha o huida”. Esto prepara a los seres humanos para enfrentarse físicamente o huir de cualquier amenaza potencial a la seguridad.
Para muchas personas, huir de animales más grandes y de un peligro inminente es una preocupación menos apremiante de lo que hubiera sido para los primeros humanos. Las ansiedades ahora giran en torno al trabajo, el dinero, la vida familiar, la salud y otras cuestiones cruciales que exigen la atención de una persona sin requerir necesariamente la reacción de “pelear o escapar”.
La sensación de nerviosismo antes de un acontecimiento importante de la vida o durante una situación difícil es un eco natural de la reacción original de “pelear o escapar”. Puede seguir siendo esencial para la supervivencia: la ansiedad por ser atropellado por un coche al cruzar la calle, por ejemplo, significa que una persona mirará instintivamente a ambos lados para evitar el peligro.
Trastornos de ansiedad
La duración o la gravedad de una sensación de ansiedad puede ser a veces desproporcionada en relación con el desencadenante o el factor estresante original. También pueden desarrollarse síntomas físicos, como el aumento de la presión arterial y las náuseas. Estas respuestas van más allá de la ansiedad y se convierten en un trastorno de ansiedad.
La APA describe a una persona con trastorno de ansiedad como “tener pensamientos o preocupaciones intrusivas recurrentes”. Una vez que la ansiedad llega a la etapa de un trastorno, puede interferir con las funciones diarias.
Síntomas del trastorno de ansiedad
Si bien una serie de diagnósticos diferentes constituyen trastornos de ansiedad, los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada (TAG) suelen incluir lo siguiente:
inquietud, y una sensación de estar “a la vanguardia”
sentimientos incontrolables de preocupación
aumento de la irritabilidad
dificultades de concentración
Dificultades para dormir, como problemas para dormirse o permanecer dormido.
Aunque estos síntomas pueden ser normales en la vida diaria, las personas con TAG los experimentarán hasta niveles persistentes o extremos. El TAG puede presentarse como una preocupación vaga e inquietante o una ansiedad más grave que perturba la vida cotidiana.
Para obtener información sobre los síntomas de otros diagnósticos en el marco de los trastornos de ansiedad, siga los enlaces de la sección “Tipos” que aparece a continuación.
Tipos de ansiedad
El trastorno de pánico es un tipo de trastorno de ansiedad. El Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos de Salud Mental: Quinta Edición (DSM-V) clasifica los trastornos de ansiedad en varios tipos principales.
En ediciones anteriores del DSM, los trastornos de ansiedad incluían el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno de estrés postraumático (TEPT), así como el trastorno de estrés agudo. Sin embargo, el manual ya no agrupa estas dificultades de salud mental en la ansiedad.
Los trastornos de ansiedad incluyen los siguientes diagnósticos
Trastorno de ansiedad generalizada
Se trata de un trastorno crónico que implica una ansiedad excesiva y prolongada y preocupaciones por acontecimientos, objetos y situaciones no específicos de la vida. El TAG es el trastorno de ansiedad más común y las personas que lo padecen no siempre son capaces de identificar la causa de su ansiedad.
Trastorno de pánico
Ataques breves o repentinos de terror y aprehensión intensos caracterizan el trastorno de pánico. Estos ataques pueden provocar temblores, confusión, mareos, náuseas y dificultades respiratorias. Los ataques de pánico tienden a ocurrir y a intensificarse rápidamente, alcanzando su punto máximo después de 10 minutos. Sin embargo, un ataque de pánico puede durar horas.
Los trastornos de pánico suelen ocurrir después de experiencias aterradoras o de un estrés prolongado, pero también pueden ocurrir sin un desencadenante. Un individuo que experimenta un ataque de pánico puede malinterpretarlo como una enfermedad que pone en peligro su vida y puede hacer cambios drásticos en su comportamiento para evitar futuros ataques.
Fobia específica
Se trata de un temor y una evasión irracionales de un objeto o una situación en particular. Las fobias no son como otros trastornos de ansiedad, ya que se relacionan con una causa específica.
Una persona con una fobia puede reconocer que un miedo es ilógico o extremo, pero sigue siendo incapaz de controlar los sentimientos de ansiedad en torno al desencadenante. Los factores desencadenantes de una fobia van desde situaciones y animales hasta objetos cotidianos.
Agorafobia
Se trata de un miedo y una evasión de lugares, eventos o situaciones de los que puede ser difícil escapar o en los que no se dispondría de ayuda si una persona queda atrapada. La gente a menudo malinterpreta esta condición como una fobia a los espacios abiertos y al aire libre, pero no es tan simple. Una persona con agorafobia puede tener miedo de salir de su casa o de usar los ascensores y el transporte público.
Haga clic aquí para conocer más sobre la agorafobia, un trastorno psicológico frecuentemente mal entendido.
Mutismo selectivo: Es una forma de ansiedad que experimentan algunos niños, en la que no son capaces de hablar en ciertos lugares o contextos, como la escuela, a pesar de que pueden tener excelentes habilidades de comunicación verbal con personas conocidas. Puede ser una forma extrema de fobia social.
Trastorno de ansiedad social o fobia social
Es el miedo a un juicio negativo de los demás en situaciones sociales o a la vergüenza en público. El trastorno de ansiedad social incluye una serie de sentimientos, como el miedo escénico, el temor a la intimidad y la ansiedad por la humillación y el rechazo.
Este trastorno puede hacer que las personas eviten las situaciones públicas y el contacto humano hasta el punto de que la vida cotidiana se torne extremadamente difícil.
Trastorno de ansiedad por separación
Los altos niveles de ansiedad después de la separación de una persona o un lugar que proporciona sentimientos de seguridad o protección caracterizan el trastorno de ansiedad por separación. La separación a veces puede provocar síntomas de pánico.
Causas del trastorno de ansiedad
Las causas de los trastornos de ansiedad son complicadas. Muchos pueden ocurrir a la vez, algunos pueden llevar a otros, y algunos pueden no llevar a un trastorno de ansiedad a menos que otro esté presente.
Las posibles causas de la ansiedad incluyen:
- Factores de estrés del entorno, como dificultades en el trabajo, problemas en las relaciones o problemas familiares.
- Genética, ya que las personas que tienen familiares con un trastorno de ansiedad son más propensas a experimentar uno por sí mismas.
- Factores médicos, como los síntomas de una enfermedad diferente, los efectos de un medicamento o el estrés de una cirugía intensiva o una recuperación prolongada química cerebral, ya que los psicólogos definen muchos trastornos de ansiedad como desajustes de hormonas y señales eléctricas en el cerebro la retirada de una sustancia ilícita, cuyos efectos podrían intensificar el impacto de otras posibles causas.

¿Se puede superar la ansiedad y la depresión?
La ansiedad y la depresión son dos males que aquejan a gran parte de la población actual, sobre todo en esta época de crisis que causa estrés e incertidumbre. Se dice que los más propensos, pero no los únicos. A sufrir de ellas son los jóvenes. Por todos los retos que presenta el mundo moderno y llegar a sentir que no son lo suficientemente buenos para enfrentarlo.
Pero, en realidad, cualquier persona, a cualquier edad podría llevar a padecer episodios de ansiedad y depresión, incluso sin darse cuenta. Porque no todos presentan los mismos síntomas ni les afecta al mismo nivel.
En el mundo no todo es alegría, sentimiento básico que determina la felicidad, que se enfrenta todos los días a la tristeza. Ligada directamente a la depresión.
La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a más de 300 millones de personas. La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad moderada a grave. Y puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan cerca de 800 000 personas. Y el suicidio es la segunda causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años.
Lo primero que debe quedar completamente claro, es que esto es una opinión. Una reflexión hecha a partir de charlas con personas que han padecido esto y con especialistas en la materia. Pero que por ningún motivo se trata de establecer una verdad absoluta acerca de qué es y cómo tratar la depresión y la ansiedad. Porque es un tema muy complejo como para llegar a una conclusión tan rápida.
La depresión y la ansiedad
La depresión y la ansiedad podrían ser consideradas como dos caras de una misma moneda. Mientras la depresión es tratar de llevar todo al mínimo y al silencio absoluto, la ansiedad te lleva a subir al máximo el volumen de tus pensamientos. Tanto, que al final solo eres capaz de escuchar ruido sin ser capaz de entender lo que se dice.
Así, mientras un depresivo puede querer hacer lo mínimo posible: puede no querer salir, no querer comer, no querer hablar con nadie. Ni asistir a la escuela o al trabajo. Ni siquiera se preocupe por su salud y su bienestar y deje de bañarse y de tomar agua. La depresión puede ser tan intensa que te puede llevar a pasar días enteros en cama sin tener fuerzas para levantarte de ahí.
Aunque hay tratamientos eficaces para la depresión, más de la mitad de los afectados en todo el mundo (y más del 90% en muchos países) no recibe esos tratamientos. Entre los obstáculos a una atención eficaz se encuentran la falta de recursos y de personal sanitario. Además de la estigmatización de los trastornos mentales y la evaluación clínica inexacta. Otra barrera para la atención eficaz es la evaluación errónea. En países de todo tipo de ingresos, las personas con depresión a menudo no son correctamente diagnosticadas. Mientras que otras que en realidad no la padecen son a menudo diagnosticadas erróneamente y tratadas con antidepresivos.
Con representación definida en el cerebro, estas sensaciones individuales, se activan en forma consciente e inconsciente para ser parte de los grandes componentes de la personalidad. Pero, si la explicación de nuestros actos. Individualmente no están plenamente entendidos, los de la población mundial lo son mucho menos, más cuando llegamos al misterio de la muerte.
La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas (desempleo, luto, traumatismos psicológicos) tienen más probabilidades de sufrir depresión. A su vez, la depresión puede generar más estrés y disfunción, y empeorar la situación vital de la persona afectada y, por consiguiente, la propia depresión.
Por otro lado, la ansiedad mantiene a tu cerebro activo todo el tiempo, o a todo tu cuerpo, se puede encontrar a una persona ansiosa haciendo de todo a la vez. Puede parecer alguien muy productivo, pero por dentro seguramente los pensamientos de frustración serán tan intensos que simplemente no le van a permitir frenar para descansar en ningún momento.
Está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Entre las estrategias comunitarias eficaces para prevenirla se encuentran los programas escolares para promover un modelo de pensamiento positivo entre los niños y adolescentes. Las intervenciones dirigidas a los padres de niños con problemas de conducta pueden reducir los síntomas depresivos de los padres y mejorar los resultados de sus hijos. Los programas de ejercicio para las personas mayores también pueden ser eficaces para prevenir la depresión.
Existen dos teorías que han tomado mucha fuerza últimamente, las dos muestran estas enfermedades desde un punto de vista totalmente diferente y es importante conocer ambas para poder tener un panorama más completo de la situación.
Hay tratamientos eficaces contra la ansiedad y la depresión
Podemos encontrar diversos tratamientos eficaces para la depresión moderada y grave. Los profesionales sanitarios pueden ofrecer tratamientos psicológicos, como la activación conductual, la terapia cognitiva conductual y la psicoterapia interpersonal, o medicamentos antidepresivos. Como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y los antidepresivos tricíclicos. Los profesionales sanitarios deben tener presentes los posibles efectos adversos de los antidepresivos. Las posibilidades de llevar a cabo uno u otro tipo de intervención y las preferencias individuales. Entre los diferentes tratamientos psicológicos a tener en cuenta se encuentran los tratamientos psicológicos cara a cara, individuales o en grupo, dispensados por profesionales o por terapeutas legos supervisados.
La primera postura marca que la ansiedad y la depresión son enfermedades psiquiátricas, desajustes químicos en la mente de las personas que las padecen y deben ser tratadas forzosamente con medicamentos (recetados siempre por un profesional).
La segunda postura afirma que la depresión y la ansiedad son una elección personal, basadas en elecciones que hemos hecho en el tiempo. Son actividades que se inician en un momento específico y que después se convierten en un hábito.
Si lo vemos como un desajuste químico, es probable que la razón que detona estos males sea un evento específico. Una ruptura amorosa, una enfermedad, estrés laboral o en la vida diaria, condiciones genéticas, problemas familiares, etc.
Todo eso tiene una similitud: El origen está dado por razones fuera de nuestro control y que no podemos solucionar por nuestra cuenta. Todo se debe a circunstancias que no podían evitarse y de las que no podíamos medir las consecuencias.
Sin embargo, la segunda opción apela a otro tipo de orígenes como: una mala alimentación, no hacer ejercicio, tener relaciones de codependencia. Realizar actos de victimización o de autocastigo. En resumen, el origen son las malas decisiones que nos terminan causando daño.
Estos orígenes, al contrario de los que se muestran en la primera postura, sí se pueden controlar, y se pueden cambiar para dejar de llevar a cabo esos actos que nos mantienen en ese estado de desequilibrio.
¿Por qué podría ser mejor ver las cosas con el segundo enfoque aunque sepamos que no se trata de una verdad absoluta?
Es simple, si nos concentramos en las opciones que nos muestra el primer patrón. Es probable que lleguemos a un punto en el que nos demos cuenta de que no hay nada que podamos hacer. Que no tenemos el control de nuestras vidas y que todo lo malo que nos pasa es prácticamente fruto de una maldición que tuvimos la mala suerte de que nos tocara.
En cambio, si lo vemos como un fruto de nuestras decisiones, entonces sabemos que podemos retomar el control de nuestra vida. Y hacer algo para cambiar el panorama tan desalentador en el que nos encontramos.
Esto no significa que de un día para otro vamos a mejorar de manera mágica si nos damos cuenta de que nosotros tenemos el control para hacerlo, de todas formas se necesita mucha constancia. Mucho apoyo y mucha fortaleza para salir adelante. Porque eliminar un hábito es difícil y cansado. Pero si empezamos a hacer cosas positivas en nuestra vida y a preocuparnos por nosotros mismos los cambios serán gradualmente notorios.
Por eso, aunque no estemos totalmente convencidos de la acción del segundo planteamiento. Siempre es mejor tener la oportunidad de actuar por nosotros mismos para nuestro bienestar y no dejar todo en manos de las pastillas o las meditaciones.
Esto no quiere decir que este camino lo podemos tomar solos, al contrario, lo primero que hay que hacer cuando te percibes o percibes a alguien cercano en una situación de ansiedad o depresión. Es pedir ayuda de un profesional.
Puede ser de un psiquiatra, de un psicoanalista, un psicólogo, un coach, un sacerdote, un pastor, un consejero… Cualquier persona capacitada y en la que puedas confiar para que ayude a dar seguimiento al caso y pueda controlar las recaídas y brindar consejos y apoyo cuando sea necesario.
Por eso, si decidimos tomar ver a la ansiedad y la depresión a partir del segundo enfoque, podremos empezar a tomar acciones concretas que nos lleven a mejorar la situación en la que nos encontremos actualmente.
Learn More
Las familias tóxicas y sus consecuencias menos visibles
Las familias, ya que constituyen el núcleo fundamental de socialización y enculturación de los individuos, especialmente en los primeros años de vida. Y las familias tóxicas no son una excepción.
Esto hace que los psicólogos, que nos encargamos de velar por el bienestar emocional y psicológico de las personas, prestemos mucha atención a las distintas relaciones interpersonales que se desarrollan en el seno de las familias.
No solo importan las características personales de los individuos
También es necesario prestar a las relaciones que establecen, especialmente si estas se llevan a cabo en la familia. Es por eso que el tema de las familias tóxicas es tan importante.
La familia no solo es importante para educar a los niños y fomentar su aprendizaje, sino que también genera una serie de hábitos y dinámicas que son de gran interés por su influencia en los trastornos mentales que pueden generar en alguno de sus miembros.
De hecho, la psicología observa y estudia con atención las formas de organizarse en sociedad, y la familia, claro está, es uno de los elementos más importantes.
Hay muchos tipos de familias.
Familias numerosas, familias de solo dos integrantes, familias estructuradas, desestructuradas, felices, apáticas, violentas… depende mucho de la personalidad de sus miembros y, cómo no, de las circunstancias. Además, cada familia (en el caso de que haya hijos) tiene sus propios estilos educativos: las hay más democráticas y más autoritarias, las hay más abiertas y liberales y también más cerradas e impermeables. El vínculo familiar que se establece entre padres e hijos es clave e influirá sobremanera en la personalidad, las creencias y la salud mental del niño.
Algunas relaciones familiares tóxicas o disfuncionales basadas en la sobreprotección, el abandono, la violencia o la proyección han sido ampliamente estudiadas por los psicólogos para establecer vínculos entre estas formas de relacionarse y la aparición de algunas enfermedades psicológicas y psiquiátricas.
El tabú de la psicopatología en el núcleo familiar
Cuando los psicólogos tratamos estos conflictos y problemas en las familias, es común que recibamos todo tipo de críticas. Vivimos en una cultura donde la familia es una institución cerrada. Los integrantes de cualquier familia recelan mucho de que una persona externa evalúe e intente cambiar dinámicas y hábitos, porque esto es vivido por los miembros de la familia como una intromisión a su intimidad y a sus valores más arraigados. La familia puede ser disfuncional y estar creando problemas mentales en sus miembros, pero sigue costando mucho realizar terapia sin encontrarnos con reticencias y malas caras.
Hay algunas ideas preconcebidas que distorsionan la labor del terapeuta: “Todo tiene que quedar en familia”, “La familia siempre te querrá bien”, “No importa lo que pase, la familia siempre ha de estar unida”.
Son frases e ideas muy enraizadas en nuestra cultura y que, aunque aparentemente nos hablan de unidad y de fraternidad, esconden una mirada desconfiada y recelosa ante cualquiera que pueda aportar un punto de vista objetivo sobre estas dinámicas y relaciones familiares (aunque sea con la noble intención de ayudar).
Desgraciadamente, algunas de las heridas más fuertes y profundas que cuando se supone que es en la familia donde deberíamos depositar toda nuestra confianza. Pero muchas veces es precisamente aquí donde más se traiciona, se envidia y hasta se odia.
Esta concepción sobre la familia causa mucho dolor, desazón y desesperanza entre las personas que tienen la sensación de que sus familiares no han estado a la altura de las circunstancias, que no han estado a su lado incondicionalmente y ofreciéndoles apoyo. En casos extremos, como en el de haber sufrido algún tipo de maltrato, las consecuencias negativas para el bienestar emocional pueden ser serias.
No todas las familias son nidos de amor, confianza y afecto.
Hay familias tóxicas en las que se generan situaciones de estrés permanente y en la que uno (o varios) de sus miembros causa malestar y sufrimiento a otro(s) miembros(s). Algunas veces puede ser un daño que se hace sin querer, sin mala intención, y en otras pueden existir factores que realmente llevan al odio y a la violencia, física o verbal.
En otros casos, el problema no es tan evidente y está más relacionado con el estilo educativo que emplean los padres o el “contagio” de inseguridades o problemas de unos miembros a otros.
Es en la familia donde se crean los primeros vínculos afectivos y emocionales donde pasamos la mayor parte de nuestra infancia y con quienes más convivimos. Es por eso que cuando nuestras heridas son provocadas por familiares, son mucho más dolorosas y profundas.
Familias tóxicas y su relación con los trastornos mentales de sus integrantes
No es la intención de este artículo señalar los errores de los padres y madres, pero sí nos parece oportuno tratar de aportar luz sobre algunos mitos y malentendidos culturales que causan que algunas familias sean un auténtico desastre.
La convivencia dentro de una familia tóxica es absolutamente devastadora para cada uno de sus miembros, y esto tiene consecuencias directas con la aparición de ciertas psicopatologías asociadas a tener que lidiar con altas dosis de presión, estrés y hasta malos tratos.
Vamos a conocer un total de cuatro formas en las que las familias tóxicas contaminan a alguno de sus integrantes, pudiendo llegar a causarle trastornos mentales y conductuales.
Etiquetas y roles: Efecto Pigmalión y su nefasta influencia en los hijos
Todos los padres, en alguna ocasión, hemos puesto alguna etiqueta a nuestro hijo. Frases como “el niño es muy movido”, “es vergonzoso” o “tiene mal carácter” son una muestra de sentencias que, aunque los adultos no nos demos cuenta, están causando un fuerte impacto emocional a nuestros hijos. Estas frases, dichas una y mil veces en el entorno familiar, acaban por afectar seriamente a los niños.
Aunque no le queramos dar importancia, estas etiquetas afectan a la identidad del niño, a cómo se percibe y se valora a sí mismo. A pesar de que el niño quizá no sea vergonzoso realmente, oír ese adjetivo repetidamente en las personas de su familia, a las que admira, sientan un precedente sobre cómo debe comportarse o actuar, de acuerdo con las expectativas generadas. Esto es lo que se conoce como profecía autocumplida o Efecto Pigmalión, ya que el rol o la etiqueta que los adultos le han impuesto al niño acaba convirtiéndose en una realidad.
Por eso, poner una etiqueta a un hijo es una forma de contaminar su conducta, inculcándole ciertas ideas esencialistas sobre cómo es o cómo deja de ser. Estas etiquetas, para colmo, son fáciles de propagar y suelen ser repetidas hasta la extenuación por profesores, amistades de la familia y vecinos, enquistándose cada vez más en el entorno cercano del niño, lo cual agrava el problema.
Amores que matan
Hay que empezar a redefinir el amor fraternal de una forma más sana. El amor de una familia es obvio, pero hay amores mal entendidos, amores que matan. Compartir genes con alguien no es motivo para que alguien se crea con el derecho de hacerte daño, manipularte o coaccionarte. Ser pariente de alguien tiene que ver con compartir una carga genética y biológica, pero el vínculo emocional va mucho más allá de eso y el primero no es condición indispensable para el segundo, ni tampoco la causa. Las personas vamos madurando y aprendiendo qué familiares tienen nuestro afecto y cariño, y esto no es algo que venga escrito en el libro de familia.
Sentar las bases de las relaciones familiares en el respeto es el primer paso hacia una mejor comprensión de nuestras identidades y espacios.
Padres sobreprotectores
Una de las tareas más difíciles de los padres a la hora de educar a sus hijos es mantener un equilibrio entre establecer normas y hábitos de comportamiento y amar y consentir a los pequeños de la casa.
En este caso los extremos no son nada aconsejables, y mientras que algunos padres pecan de negligentes y desatienden a sus hijos, otros son sobreprotectores y están demasiado encima de ellos.
Este estilo de crianza no es positivo en absoluto, ya que el niño no se enfrenta a situaciones sociales o de riesgo controlado por la sobreprotección que ejercen sobre él sus padres, con lo cual no vive las experiencias necesarias para que pueda madurar y afrontar sus propios retos. Bajo este estilo de aprendizaje, la mayoría niños se vuelven algo más inseguros y parados que los demás. Los niños necesitan explorar su entorno, claro está que contando con el apoyo de una figura de apego como el padre o la madre, pero la sobreprotección puede dañar su aprendizaje y la confianza en sí mismos.
Hay muchas formas de sobreproteger pero en esta lista solo he colocado las más evidentes, las más habituales y las más comunes. Hay otras, pero hoy no las mencionamos.
Por lo general un padre o madre se vuelve sobreprotector cuando:
- Evitan a sus hijos cualquier situación desagradable, difícil o resuelven por ellos sus problemas.
- Limitan o impiden que sus hijos exploren el mundo por si mismos, privándoles de la oportunidad de aprender.
- Tienen una alta tolerancia a multitud de demandas y exigencias que el niño muestra. Responden inmediatamente a sus demandas sin poner límite.
- En cambio, limitan en exceso las demandas de independencia o autonomía.
- Los padres sobreprotectores siguen haciéndolo todo cuando el niño está perfectamente capacitado para hacerlo solo.
- Suelen contestar por el niño cuando otros adultos se dirigen a él, privándole de este modo que exprese su opinión o sus deseos.
- Cuando sus hijos cometen algún error ellos los ignoran, tapan o justifican.
- No permiten que su hijo o hija realice salidas con compañeros de su edad, aun teniendo la madurez suficiente para hacerlo.
- Utilizan el miedo para tener el niño bajo su control. Es típico oírles decir «no subas ahí que te caerás y te harás mucho daño», «si vas tu solo puede pasarte algo malo», …
- Se sienten culpables cuando no ayudan a sus hijos a resolver sus problemas o dificultades. Se sienten responsables de todo cuanto les ocurre, ya sea que se hayan caído en el parque o cogido un resfriado.
Para que el niño pueda desarrollarse y explorar el mundo que le rodea de forma independiente, es necesario que ofrezcamos soporte y ayuda al niño, pero este apego no debe ser confundido con un excesivo control.
Deseos e inseguridades proyectadas en los pequeños de la casa
Ser padre no es solo una gran responsabilidad sino también la obligación de cuidar y educar a un ser humano, en toda su complejidad. Nadie está obligado a tener hijos, en nuestras sociedades es una elección personal que puede depender de múltiples factores, como la estabilidad económica o la capacidad para encontrar una pareja ideal. Pero al final también es una decisión que tomamos de forma muy personal.
Si tenemos en cuenta esto, tener hijos se puede planificar y por tanto es preciso que tomemos responsabilidad sobre ello.
Los hijos no deben servir como una forma de arreglar problemas de pareja, ni de sentirnos respetados por los demás, y mucho menos una forma de trasladar nuestras frustraciones y deseos incumplidos hacia otra persona.
Todos los padres queremos que nuestro hijo sea el más inteligente de la clase y el mejor en los deportes, pero hay que evitar a toda costa que carguen con la presión de nuestros deseos.
Si en tu juventud fuiste un jugador de fútbol de segunda división que no pudiste llegar a ser profesional por una lesión, no fuerces a tu hijo a que tenga que ser profesional del fútbol.
Tratar de comparar o presionar a un niño para que sea lo que tú quieras que sea no solo le aboca a una situación de vulnerabilidad emocional, sino que puede mermar su autoestima y coartar el libre desarrollo de su personalidad.
Déjale que haga su camino y decida por sí mismo, bríndale tu apoyo y los consejos necesarios, pero no proyectes en él lo que tú hubieras querido ser.
Learn More
La felicidad. ¿Cómo lidiar con pensamientos negativos?
Con práctica y dedicación podemos trabajar la felicidad, reemplazar los patrones de pensamiento negativos con pensamientos positivos y que sobretodo pueden resultar útiles. Y eso puede hacer una diferencia enorme en nuestra felicidad diaria.
La mayoría de nosotros pasamos mucho tiempo dentro de nuestras cabezas: preocupándonos por el futuro, recordando eventos pasados y, en general, enfocándonos en partes de la vida que nos dejan insatisfechos. Aunque son comunes, los pensamientos negativos o indeseados tienen la capacidad de evitar que disfrutemos de experiencias, nos distraen de lo que es realmente importante y drenan nuestra energía. También pueden provocar que nos sintamos ansiosos y deprimidos.
Siempre hay un Plan B
Para tus pensamientos negativos siempre hay un plan B, de igual modo que no hay una única estrategia para afrontar las emociones desagradables. Puedes entrenarte en iniciar un diálogo con esos pensamientos negativos, en el que al final obtengas beneficios: refuerzo, bienestar, conocimiento, liberación…
Según la doctora Patricia Harteneck, nos comenta una buena noticia es que con práctica y dedicación, podemos reemplazar los patrones de pensamiento negativos con pensamientos que en verdad son útiles. Eso puede hacer una gran diferencia en nuestra comodidad y felicidad diaria.
Valorar tu malestar → Diálogo interior → Creer que puedes pensar de modo diferente → Hacer algo de modo diferente → Sentirte de modo diferente → Pensar de modo diferente → Valorar tu malestar.
Estas son siete cosas que podemos intentar para manejar (y reducir) los pensamientos negativos:
Reconocer las distorsiones del pensamiento.
Nuestras mentes tienen maneras hábiles y persistentes de convencernos de algo que en realidad no es cierto. Estos pensamientos imprecisos refuerzan nuestros pensamientos negativos. Si somos capaces de reconocerlos, entonces podremos aprender a cambiarlos. Estas son cuatro distorsiones comunes del pensamiento:
- Pensamiento en blanco y negro. Ver todo como de una forma o de otra, sin nada en medio.
- Personalizar. Asumir que uno es el culpable por todo lo que sale mal, como asumir que alguien no nos sonrió porque hicimos algo para molestarlo. (Es más probable que la persona esté teniendo un mal día y que su humor no tenga nada que ver con nosotros.)
- Filtrar los pensamientos. Elegir solo ver el lado negativo de una situación.
- Catastrofizar. Asumir que sucederá el peor resultado posible.
Desafiar los pensamientos negativos
Cuando tengamos un pensamiento distorsionado, debemos detenernos y evaluar si es real. Pensemos en cómo le responderíamos a una amiga que estuviera hablando así de sí misma. Probablemente podríamos ofrecerle una buena refutación de su perspectiva negativa. Entonces, apliquemos la misma lógica a nuestros propios pensamientos. Preguntémonos si estamos asumiendo que pasará lo peor o si nos estamos culpando por algo que no salió como nos habría gustado.
La ciencia de la conducta (o del comportamiento) ha pasado mucho tiempo investigando acerca de lo que nos hace felices y lo que se aleja de esa felicidad. Pero la felicidad podría estar más cerca cuando no se busca imperiosamente, cuando logramos hacer pequeños cambios en nuestro comportamiento y en nuestras relaciones, por ejemplo. Siempre tener distintas perspectivas de lo que nos acontece puede ser un buen camino para comenzar a sentirla.
¿Has considerado el poder que tienen tus pensamientos sobre tu felicidad?
Y luego pensemos sobre otros posibles resultados o razones por las que algo salió diferente de como lo esperábamos.
Darse un respiro de los sentimientos negativos
Es posible aprender a distanciarnos de los sentimientos negativos. Una manera de hacerlo es permitirnos cierta cantidad de tiempo (tal vez cinco minutos) con el pensamiento. Y luego, darnos un descanso para dejar de enfocarnos en eso y seguir adelante con nuestro día.
Olvidarse de los juicios.
Todos hacemos juicios sobre nosotros mismos y los demás, usualmente de manera inconsciente. Compararnos constantemente con otras personas o comparar nuestras vidas contra algún ideal provoca insatisfacción. Si somos capaces de deshacernos de los juicios (no es fácil, pero es posible), probablemente nos sentiremos más tranquilos. Algunos métodos para dejar ir pensamientos juiciosos incluyen reconocer nuestras propias reacciones, observarlas, y luego dejarlas ir. Otra técnica útil es “juzgar positivamente.” Cuando nos demos cuenta de que estamos juzgando negativamente a otra persona, a nosotros mismos o a una situación, busquemos también una cualidad positiva.
Practicar la gratitud
Diversas investigaciones han demostrado que sentirnos agradecidos tiene un gran impacto en nuestros niveles de optimismo y felicidad. Incluso cuando atravesamos tiempos difíciles en nuestra vidas, usualmente es posible encontrar cosas (aunque sean cosas pequeñas) por las que podemos sentirnos agradecidos.
En muchas ocasiones un exceso de positivismo puede hacer que generemos unas expectativas irreales poco coherentes con nuestras capacidades y circunstancias, contribuyendo a aumentar nuestro nivel de insatisfacción generando frustraciones que nos resultan perjudiciales.
Una de las alternativas al positivismo exacerbado, centrado en las expectativas referentes al futuro, es el hábito de practicar la gratitud, es decir, el hábito de reconocer (darnos cuenta) y de sentirnos agradecidos por todo lo que tenemos (y obtenemos), en vez de centrarnos en todo aquello que nos falta.
Notar las cosas que sí están saliendo bien y haciéndonos felices nos mantendrá en contacto con ellas. Una manera fácil y efectiva de hacer esto es llevar un diario de gratitud en el que anotemos al menos un par de cosas por las que estamos agradecidos todos los días.
Enfocarse en las fortalezas.
Engancharse con lo negativo e ignorar lo positivo es parte de la naturaleza humana. Mientrás más practiquemos enfocarnos en nuestras fortalezas sin engancharnos en los errores que hemos cometido, más fácil será sentirse positivo sobre uno mismo y sobre la dirección que ha tomado nuestra vida.
El enfoque tradicional de concentrarse en las debilidades es tan fuerte, que afecta a muchas de las decisiones en las estructuras y niveles de organización en diversos ámbitos. En ese sentido, te comparto una experiencia cuando trabajaba en el área de capacitación, mi paradigma principal era que los cursos se deben planear de acuerdo a las debilidades de la organización.
Después de aplicar un diagnóstico completo o DNC, y hacer la gráfica con los puntos críticos de lo que anda mal la organización, la decisión era invertir en las debilidades, en lugar de las fortalezas, así que al final tenía un Programa Anual de Capacitación basado en mejorar las debilidades de la organización, sin poner atención en sus fortalezas.
Si descubrimos que estamos teniendo pensamientos crueles acerca de nuestra personalidad o acciones, tomemos un momento para detenernos y pensar en algo que nos agrade de nosotros mismos.
Learn More“Sé feliz, o por lo menos inténtalo”

Tres tareas que debes saber sobre la pérdida y el dolor
La pérdida y el dolor siempre debe fluctuar entre el sentir y el hacer. Es decir, entre estar orientados a las actividades cotidianas y a los sentimientos de desamparo y pesar. Aceptar la realidad de la pérdida, trabajar las emociones y el dolor de la pérdida, adaptarse a vivir sin esa persona y recolocar al fallecido y continuar viviendo.
Durante días, semanas o incluso meses después de perder a alguien, puede que se despierte por la mañana con una tristeza abrumadora. Puede sentirse como una pesadez que le oprime el pecho, y comienza antes de que su mente consciente haya empezado a recordarle lo que ha perdido. No fue sólo una pesadilla.
Las muertes de familiares, amigos y parejas pueden ser tan devastadoras que toda su orientación en la vida se siente perdida, y la forma en que su cerebro y su cuerpo reaccionan inicialmente al trauma puede confundirlo. Pero no hay una forma incorrecta de responder a la pérdida. No se juzgue a sí mismo.
Para ayudarle a afligirse y sanar después de una pérdida, aquí hay tres cosas que debe saber.
El duelo es un proceso saludable y necesario.
Lo primero que debe entender sobre el dolor es que no puede desaparecer, y no debes intentarlo. El amor perdido es doloroso. Simplemente lo es. La pena es una parte esencial de la positividad realista, la mentalidad en la que aceptamos lo que es y nos esforzamos por lo que es posible, como aceptación y reconocimiento de «lo que es». Tratar de evitar el duelo no funcionará y sólo aumentará y prolongará su sufrimiento. A menos que proceses el dolor cuando se produce la pérdida, tus emociones se quedarán atascadas en tu sistema, tanto en la mente como en el cuerpo. La pena se quedará con usted como energía en su inconsciente, afectando su vida hasta que la descubra y la procese.
Permitir que tus sentimientos te bañen y sentarte con ellos por un tiempo de esta manera aceptada y sin juzgar es un método de curación profundo. Aunque te imaginas lo peor cuando consideras lo que pasará si te permites sentir tus sentimientos, que durarán para siempre y que incluso pueden hacer que te vayas a lo más profundo, este no es el caso. Eventualmente, los sentimientos se calmarán y avanzarás en el proceso de duelo.
Construyes la resistencia honrando y reemplazando lo que has perdido.
A menudo, cuando un ser querido muere, pierdes varias cosas a la vez: la persona, tu relación con ella, tu forma de vivir si fuera tu compañero de ayuda, tus planes con ella, y así sucesivamente. Reemplazar lo que has perdido en una situación de esta magnitud no sucederá de inmediato y no será fácil, pero es necesario, porque tu propia vida sigue valiendo la pena ser lo mejor que puede ser, a pesar de que alguien que amas ya no esté contigo.
Reemplazar su pérdida no significa olvidar a la persona que ha muerto; significa encontrar una nueva persona o personas para que desempeñen el papel de amigo, amante o mentor. Requiere permitirse a uno mismo llorar la muerte completamente y dejar de lado las expectativas de llenar los zapatos de la persona perdida de la misma manera. Reemplazar la pérdida requiere una conciencia de tus necesidades y la voluntad de tender la mano a otros para satisfacerlas. Requiere autocompasión y paciencia para encontrar el nuevo camino a seguir.
Tal vez ningún evento es más probable que desencadene el aislamiento que el trauma de perder a un ser querido, pero necesitas tender la mano para recuperarte. Por supuesto, si estás leyendo esto en medio de la pandemia COVID-19, sabes lo difícil que puede ser logísticamente. Salir de ti mismo y centrarte en las necesidades de los demás en lugar de las tuyas propias es una forma comprobada de curarse: ser voluntario para dar clases particulares a estudiantes en línea o adoptar un perro o un gato que necesita cuidados y un hogar cariñoso. Y usa el Zoom o las visitas socialmente distantes para mantenerte en contacto con los amigos y la familia que también están de duelo. Pueden ayudarse mutuamente a sanar.
A través de la pérdida, aprendes a valorar la vida.
La muerte, La pérdida y el dolor, nos enseña que cada momento cuenta, que debemos vivir y amar plenamente, sabiendo que tal vez no tengamos otra oportunidad. Este conocimiento puede ayudarte a tomar mejores decisiones y afectar la forma en que experimentas la vida. La pérdida de un ser querido crea una oportunidad para profundizar las conexiones existentes o crear otras nuevas. Puede empujarte a conocer nuevas personas y explorar nuevas formas de lograr la afirmación y el amor que necesitas.
Muchas personas dicen que se volvieron más reflexivos, cariñosos y compasivos después de perder a alguien que amaban. A menudo es el fuego de este tipo de experiencia el que quema lo que es falso y no te sirve, y al resurgir de las cenizas, puedes convertirte en tu mejor y más auténtico yo.
A través de tus recuerdos, tu amor y tu vida, la persona que perdiste nunca se ha ido de verdad. Todavía están contigo por lo que te convertiste al estar con ellos; ellos realmente son parte de ti y viven a través de ti. Honras su memoria viviendo tu mejor vida posible.
Learn More
Cómo ayuda la terapia para recuperarse de la depresión
Todos nos sentimos tristes o desanimados alguna vez. La mayoría de las personas sufren las experiencias tristes de la vida como una enfermedad grave, la pérdida de un trabajo, la muerte de un familiar o un divorcio . Estos sentimientos de dolor tienden a ser menos intensos con el paso del tiempo.
El trastorno por depresión se caracteriza por la existencia de un sentimiento de tristeza lo suficientemente intenso como para interferir en el desarrollo de las actividades habituales. Por una reducción del interés o del placer en actividades que solían ser del agrado de la persona afectada. Puede sobrevenir tras la pérdida de un ser querido u otro acontecimiento doloroso, aunque con respecto a este resulta desproporcionado y de una duración mayor a la esperada.
¿En qué se diferencia la depresión con la tristeza ocasional?
- Pueden contribuir a la depresión factores diversos: hereditarios, efectos secundarios de determinados medicamentos, acontecimientos dolorosos con elevada carga emocional y cambios en los niveles hormonales o de otras sustancias presentes en el organismo, entre otros factores.
- El decaimiento genera un cuadro de tristeza y decaimiento y/o de pérdida del interés y del placer en la realización de actividades que solían ser del agrado de la persona afectada.
- El médico basa el diagnóstico en los síntomas.
¿Ánimo triste?
El término depresión se utiliza a menudo para describir un estado de ánimo triste o desalentador que es consecuencia de acontecimientos emocionalmente angustiosos. Como un desastre natural, una enfermedad grave o la muerte de un ser querido. Una persona puede decir que se siente deprimida en ciertos momentos. Como durante las vacaciones (depresión vacacional) o en el aniversario de la muerte de un ser querido. Sin embargo, estos sentimientos no suelen implicar un trastorno. Por lo general estos sentimientos son temporales, ya que duran días y no semanas o meses y ocurren en oleadas que tienden a estar relacionadas con pensamientos o recuerdos del acontecimiento traumático. Además, estos sentimientos no interfieren sustancialmente con el funcionamiento normal de la persona durante ningún periodo de tiempo.
Después de la ansiedad, la depresión es el trastorno de salud mental más frecuente. Alrededor del 30% de las personas que acuden a la consulta de un médico de atención primaria presentan síntomas de depresión, pero menos del 10% de tales personas sufren depresión grave.
¿Cuándo se inicia la depresión?
La depresión suele iniciarse en la adolescencia o entre los 20 y los 30 años, si bien existe la posibilidad de que comience a cualquier edad, incluida la infancia.
Si no se trata, un episodio de depresión suele durar alrededor de 6 meses, pero a veces se prolonga durante 2 años o más. Los episodios tienden a repetirse varias veces a lo largo de la vida.
La depresión se produce cuando sentimientos de profunda tristeza o desesperación duran como mínimo dos semanas o más y cuando interfieren con las actividades de la vida cotidiana como trabajar o incluso comer y dormir. Las personas deprimidas tienden a sentirse indefensas y sin esperanzas y a culparse por tener estos sentimientos. Algunas pueden tener pensamientos de muerte o suicidio.
Las personas con depresión pueden sentirse abrumadas y agotadas y dejar de participar en ciertas actividades cotidianas, retrayéndose de familiares y amigos.
¿Qué causa la depresión?
Los cambios en la química del cuerpo influyen en el estado de ánimo y los procesos de pensamiento y los factores biológicos contribuyen en algunos casos de depresión. Además, las enfermedades crónicas graves, como la enfermedad cardíaca o el cáncer, pueden estar acompañados por la depresión. Para muchas personas, sin embargo, la depresión indica primero y principalmente la falta de equilibrio en determinados aspectos mentales y emocionales de la vida.
Las transiciones importantes y los principales factores externos e internos. Estrés en la vida, como la muerte de un ser querido o la pérdida de un empleo. Pueden contribuir a provocar la depresión. Otros factores más sutiles que conducen a la pérdida de identidad o autoestima pueden también contribuir. Las causas de la depresión no siempre son evidentes de inmediato por lo que el trastorno requiere la evaluación cuidadosa y el diagnóstico de un profesional de la atención médica de salud mental.
A veces la persona tiene poco o ningún control sobre las circunstancias implicadas en la depresión. Otras veces, sin embargo, la depresión se produce cuando las personas no pueden ver que realmente tienen opciones y pueden hacer cambios en sus vidas.
¿Puede tratarse la depresión?
Por supuesto. La depresión es muy tratable cuando una persona recibe atención competente. Los psicólogos están entre los proveedores de salud mental con autorización para ejercer y muy capacitados, con años de experiencia en el estudio de la depresión y ayudan a los pacientes a recuperarse de ella.
Existe todavía determinado estigma, o renuencia, asociado con buscar ayuda para los problemas emocionales y mentales, incluyendo la depresión. Lamentablemente, los sentimientos de depresión suelen considerarse como un signo de debilidad antes que una señal de algo que no está equilibrado. El hecho es que las personas con depresión no pueden simplemente reaccionar y sentirse mejor espontáneamente.
Las personas con depresión que no buscan ayuda sufren innecesariamente. Los sentimientos y preocupaciones no expresados, acompañados por una sensación de aislamiento, pueden empeorar la depresión. No está de más insistir en la importancia de obtener atención médica profesional de calidad.
¿Cómo ayuda la terapia a recuperarse de la depresión?
Hay varios enfoques en la terapia, incluyendo la terapia cognitiva-conductual, la interpersonal, la psicodinámica y otras clases de terapia conversacional, que ayudan a las personas a recuperarse de la depresión. La psicoterapia ofrece la oportunidad de identificar los factores que contribuyen a su depresión y a afrontar eficazmente las causas psicológicas, conductuales, interpersonales y situacionales.
En PsicologíaÓptima tratamos con personas deprimidas para:
- Señalar los problemas de la vida que contribuyen a su depresión y ayudarlas a entender qué aspectos de estos problemas pueden ser capaces de resolver o mejorar. Un terapeuta capacitado puede ayudar a los pacientes deprimidos a identificar opciones para el futuro y a fijarse metas realistas que les permita mejorar su bienestar mental y emocional. Los terapeutas también ayudan a las personas a identificar cómo lidiar satisfactoriamente con sentimientos similares, si tuvieron depresión en el pasado.
- Identificar patrones de pensamiento negativos o distorsionados que contribuyen a sentimientos de desesperanza e indefensión que acompañan a la depresión. Por ejemplo, las personas deprimidas pueden tender a generalizar en exceso, es decir, a pensar en las circunstancias en términos de siempre o nunca. También pueden tomar las cosas de forma personal. Un terapeuta capacitado y competente puede ayudarlas a nutrir una actitud más positiva frente a la vida.
- Explorar otros pensamientos y conductas conocidos que generan problemas y contribuyen a la depresión. Por ejemplo, los terapeutas pueden ayudar a las personas deprimidas a entender y mejorar patrones de interacción con otras personas que contribuyen a su depresión.
- Ayudar a las personas a recuperar el control y el placer de la vida. La psicoterapia ayuda a las personas a ver las opciones que tiene, así como a incorporar gradualmente actividades placenteras y satisfactorias nuevamente en sus vidas.
La ocurrencia de un episodio de depresión aumenta en gran medida el riesgo de tener otro. Existen pruebas de que la psicoterapia continua puede disminuir la posibilidad de futuros episodios o al menos reducir su intensidad. A través de la terapia, las personas pueden aprender tácticas para evitar el sufrimiento innecesario de episodios futuros de depresión.
¿En qué otras formas ayudan las terapeutas a las personas deprimidas y a sus seres queridos?
El apoyo y la participación de la familia y amigos puede desempeñar un papel crucial para ayudar a alguien con depresión. Las personas en el sistema de apoyo pueden ayudar a alentar al ser querido deprimido a seguir el tratamiento. Poner en práctica las técnicas de afrontamiento y tácticas para la resolución de problemas que aprenda mediante la psicoterapia.
Vivir con una persona deprimida puede ser muy difícil y estresante para los familiares y amigos. El dolor de ver a un ser querido con depresión. Puede provocar sentimientos de indefensión y pérdida. La terapia familiar o de pareja puede resultar beneficiosa para reunir a todas las personas afectadas por la depresión y ayudarlas a aprender formas eficaces de sobrellevarla juntos. Este tipo de psicoterapia también puede brindar una buena oportunidad para que las personas que nunca han tenido depresión. Aprendan más al respecto e identifiquen formas constructivas de apoyar a un ser querido que tiene depresión.
¿Son útiles las medicaciones para tratar la depresión?
Las medicaciones pueden ser muy útiles para reducir los síntomas de la depresión en algunas personas, sobre todo en los casos de depresión moderada a grave. Algunos proveedores de atención médica que tratan la depresión pueden preferir la combinación de psicoterapia y medicaciones. Dados los efectos colaterales, el uso de medicación requiere un control atento por parte del médico que la receta.
Algunas personas deprimidas pueden preferir la psicoterapia al uso de medicación, en especial si su depresión no es grave. Al realizar una evaluación exhaustiva, un profesional de la salud mental capacitado y autorizado para ejercer puede ayudar a hacer recomendaciones sobre un curso eficaz de tratamiento para la depresión del paciente.
La depresión puede afectar seriamente la capacidad de una persona para conducirse en situaciones cotidianas. Sin embargo, las perspectivas de una recuperación a largo plazo son muy buenas para quienes buscan ayuda psicológica. El trabajar con psicólogas calificadas y experimentadas, puede ayudar a las personas con depresión a recuperar el control de sus vidas.
Learn More
Cómo superar el miedo y la ansiedad
El miedo es una de las emociones más poderosas. Y tiene un efecto muy fuerte sobre tu mente y tu cuerpo. El miedo puede crear fuertes señales de respuesta cuando estamos en emergencias, por ejemplo, si estamos atrapados en un incendio o estamos siendo atacados.
También puede tener efecto cuando te enfrentas a eventos no peligrosos, como exámenes, hablar en público, un nuevo trabajo, una cita o incluso una fiesta. Es una respuesta natural a una amenaza que puede ser percibida o real.
La ansiedad es una palabra que usamos para algunos tipos de miedo que normalmente tienen que ver con la idea de una amenaza o de que algo vaya mal en el futuro, más que en el presente.
El miedo y la ansiedad pueden durar poco tiempo y luego pasar, pero también pueden durar mucho más tiempo y puedes quedarte atrapado con ellos. En algunos casos, pueden apoderarse de tu vida, afectando tu capacidad para comer, dormir, concentrarte, viajar, disfrutar de la vida, o incluso salir de casa o ir al trabajo o a la escuela. Esto puede impedirle hacer las cosas que quiere o necesita hacer, y también afecta a su salud.
Algunas personas se sienten abrumadas por el miedo y quieren evitar situaciones que podrían provocarles miedo o ansiedad. Puede ser difícil romper este ciclo, pero hay muchas maneras de hacerlo. Puedes aprender a sentirte menos temeroso y a enfrentarte al miedo para que no te impida vivir.
¿Qué te hace tener miedo?
Muchas cosas nos hacen sentir miedo. Tener miedo de algunas cosas, como los incendios, puede mantenerte a salvo. El miedo al fracaso puede hacer que intentes hacerlo bien para no fracasar, pero también puede hacer que dejes de hacerlo bien si la sensación es demasiado fuerte.
Lo que temes y la forma en que actúas cuando tienes miedo de algo puede variar según la persona. Saber qué es lo que te da miedo y por qué puede ser el primer paso para resolver los problemas con el miedo.
¿Qué te hace sentir ansioso?
Dado que la ansiedad es un tipo de miedo, las cosas que hemos descrito sobre el miedo también son válidas para la ansiedad.
La palabra “ansiedad” tiende a usarse para describir la preocupación, o cuando el miedo es persistente y persiste en el tiempo. Se utiliza cuando el miedo se refiere a algo en el futuro y no a lo que está sucediendo ahora mismo.
La ansiedad es una palabra que suelen utilizar los profesionales de la salud cuando describen un miedo persistente. Las formas en que te sientes cuando estás asustado y ansioso son muy similares, ya que la emoción básica es la misma.
¿Cómo se sienten el miedo y la ansiedad?
Cuando te sientes asustado o seriamente ansioso, tu mente y tu cuerpo trabajan muy rápidamente. Estas son algunas de las cosas que pueden suceder:
- Tu corazón late muy rápido – tal vez se siente irregular
- Respiras muy rápido
- Tus músculos se sienten débiles
- Sudoración excesiva.
- Su estómago se revuelve o sus intestinos se sienten flojos
- Te resulta difícil concentrarte en cualquier otra cosa
- Te sientes mareado
- No puedes comer
- Tienes sudores calientes y fríos
- Tienes la boca seca
- Tienes los músculos muy tensos
Estas cosas ocurren porque tu cuerpo, sintiendo el miedo, te prepara para una emergencia, por lo que hace que tu sangre fluya a los músculos, aumenta el azúcar en la sangre, y te da la capacidad mental para concentrarte en lo que tu cuerpo percibe como una amenaza.
Con la ansiedad, a largo plazo, puede tener algunos de los síntomas anteriores, así como una sensación de miedo más persistente, y puede irritarse, tener problemas para dormir, desarrollar dolores de cabeza o tener problemas para seguir con el trabajo y planificar el futuro; puede tener problemas para tener relaciones sexuales y puede perder la confianza en sí mismo.
¿Por qué me siento así cuando no estoy en ningún peligro real?
Los primeros seres humanos necesitaban las respuestas rápidas y poderosas que causa el miedo, ya que a menudo se encontraban en situaciones de peligro físico; sin embargo, ya no nos enfrentamos a las mismas amenazas en la vida moderna.
A pesar de ello, nuestras mentes y cuerpos siguen funcionando de la misma manera que nuestros primeros antepasados, y tenemos las mismas reacciones a nuestras modernas preocupaciones por las facturas, los viajes y las situaciones sociales. Pero no podemos huir o atacar físicamente estos problemas!
Los sentimientos físicos de miedo pueden ser aterradores en sí mismos, especialmente si los experimentas y no sabes por qué, o si parecen fuera de proporción con la situación. En lugar de alertarle sobre un peligro y prepararle para responder a él, su miedo o su ansiedad pueden hacer que se perciba cualquier amenaza, que puede ser imaginaria o menor.
¿Por qué mi miedo no desaparece y me deja sintiéndome normal de nuevo?
El miedo puede ser un sentimiento único cuando se enfrenta a algo desconocido. Pero también puede ser un problema cotidiano y duradero, incluso si no puedes saber por qué. Algunas personas sienten una sensación constante de ansiedad todo el tiempo, sin ningún desencadenante en particular.
Hay muchos factores desencadenantes del miedo en la vida diaria, y no siempre puedes saber exactamente por qué estás asustado o qué posibilidades tienes de resultar herido. Incluso si puedes ver lo desproporcionado que es un miedo, la parte emocional de tu cerebro sigue enviando señales de peligro a tu cuerpo.
A veces se necesitan formas mentales y físicas de afrontar el miedo.
¿Qué es un ataque de pánico?
Un ataque de pánico es cuando te sientes abrumado por los sentimientos físicos y mentales de miedo, los signos que se enumeran en “¿Cómo se sienten el miedo y la ansiedad?”. Las personas que sufren ataques de pánico dicen que les cuesta respirar, y pueden preocuparse de que están sufriendo un ataque cardíaco o de que van a perder el control de su cuerpo[8]. Consulte la sección “Apoyo e información” al final de este folleto si desea obtener ayuda para los ataques de pánico.
¿Qué es una fobia?
Una fobia es un miedo extremo a un animal, cosa, lugar o situación en particular. Las personas con fobias tienen una necesidad abrumadora de evitar cualquier contacto con la causa específica de la ansiedad o el miedo. La idea de entrar en contacto con la causa de la fobia te hace sentir ansiedad o pánico.
¿Cómo sé si necesito ayuda?
El miedo y la ansiedad pueden afectarnos a todos de vez en cuando. Sólo cuando son severos y duraderos los médicos los clasifican como un problema de salud mental. Si se siente ansioso todo el tiempo durante varias semanas, o si siente que sus miedos se están apoderando de su vida, entonces es una buena idea pedirle ayuda a su médico, o intentarlo en uno de los sitios web o números que aparecen en la parte posterior de este folleto. Lo mismo ocurre si una fobia le está causando problemas en su vida diaria, o si está experimentando ataques de pánico.
¿Cómo puedo ayudarme a mí mismo?
Enfrenta tu miedo si puede. Si siempre evitas las situaciones que te asustan, podrías dejar de hacer las cosas que quieres o necesitas hacer. No podrás comprobar si la situación es siempre tan mala como esperas, por lo que perderás la oportunidad de averiguar cómo manejar tus miedos y reducir tu ansiedad. Los problemas de ansiedad tienden a aumentar si se entra en este patrón. Exponerse a sus miedos puede ser una forma efectiva de superar esta ansiedad.
Conócete a ti mismo
Intente aprender más sobre su miedo o ansiedad. Lleve un diario de ansiedad o un registro de pensamientos para anotar cuándo y qué sucede. Puede intentar fijarse metas pequeñas y alcanzables para enfrentar sus miedos. Puede llevar consigo una lista de cosas que le ayuden en los momentos en que es probable que se asuste o se sienta ansioso. Esta puede ser una forma efectiva de abordar las creencias subyacentes que están detrás de su ansiedad.
Intenta aprender más sobre su miedo o ansiedad. Lleva un registro de cuándo y qué sucede.
Haz Ejercicio
Aumenta la cantidad de ejercicio que haces. El ejercicio requiere algo de concentración, y esto puede quitarte el miedo y la ansiedad de la mente.
Relájate
El aprendizaje de técnicas de relajación puede ayudarte con los sentimientos mentales y físicos del miedo. Puede ayudar a bajar los hombros y respirar profundamente. O imaginarse en un lugar relajante. También puedes intentar aprender cosas como el yoga, la meditación, los masajes, o escuchar los podcasts de bienestar de la Fundación de Salud Mental.
Alimentación saludable
Coma mucha fruta y verdura, y trate de evitar el exceso de azúcar. Los descensos resultantes en el azúcar de la sangre pueden provocarte ansiedad. Intente evitar beber demasiado té y café, ya que la cafeína puede aumentar los niveles de ansiedad.
Evita el alcohol, o beber con moderación
Es muy común que la gente beba cuando se siente nerviosa. Algunas personas llaman al alcohol “valor holandés”, pero las secuelas del alcohol pueden hacer que te sientas aún más asustado o ansioso.
¿Cómo sé si necesito ayuda?
Habla con una psicóloga, con total confianza. Y si necesitas hablar conmigo llámame o contacta y te ayudaré.